martes, 4 de diciembre de 2012

Empecemos con un para siempre.

Capítulo 1:

Ella, habitación en penumbra, permanece en su cama sumergida en un plácido sueño, se refugia en el calor de las mantas en esta mañana otoñal. Suena el despertador. Las siete en punto. Un locutor se presenta alegremente en la emisora de radio nacional. Buenos días Barcelona, buenos días mundo.
María decide levantarse, un tanto adormilada. Lunes, primer día de la semana. -¡Qué pereza de día!- Resopla. Abre la puerta del armario. Se queda meditando unos instantes. -No sé que ponerme...- Se acerca a la ventana, corre las cortinas. El sol brilla, pero hace frío. Vuelve al armario. Coge unos pantalones vaqueros, un jersey y unas botas de agua, aunque no llueve. "Nunca sabes que esperarte del tiempo en Barcelona" Piensa ella mientras se quita el pijama y lo deja doblado en una esquina de la cama. Se viste. Va al baño y se lava la cara, se peina, se mira al espejo y observa sus mejillas sonrojadas por el calor de la calefacción. Vuelve a la habitación y mira el horario de clase. -Filosofía a primera, ¿quieren que nos durmamos o qué?- Suspira y mete los libros correspondientes a las clases que tiene a lo largo de la mañana.
Coge la mochila y baja las escaleras rápido, de dos en dos, demasiado ágil para haberse acabado de levantar. Entra en la cocina. -Buenos días.- Sonríe y le da dos besos a su madre. -Buenos días cariño.- Le contesta ella con un tono muy dulce y sonríe al notar los besos de su hija. María se acerca al armario y saca un vaso y una taza, se sirve zumo de naranja y un poco de leche. Mete pan a tostar. Enciende la radio y sintoniza una emisora musical. Pasea por la cocina mientras tatarea la canción que están poniendo en la radio. Salta el pan de la tostadora. Coge un plato y mermelada de frutas del bosque. Se sienta al lado de su madre. Bebe un poco de zumo, extiende un poco de mermelada al pan y le da un mordisco. -Me ha llamado papá.- Dice María mientras intenta no bombardear a su madre con las migas del pan que está masticando. Su madre coge su taza y le da un sorbo al café caliente. -Y,.. ¿Qué te ha dicho?- Mira a María. -Que tiene ganas de verme, le he dicho que no.- Mira a su madre y se termina el  pan, coge la taza de leche y bebe un sorbo. -María, sé que lo que nos hizo tu padre no estuvo bien, pero...- María se levanta antes de que su madre termine la frase. -¿Sabes qué? No me apetece discutir sobre el tema y a demás, llego tarde.- Sube las escaleras hacia el cuarto de baño y su madre resopla. María se lava los dientes. Baja de nuevo. Sale de casa sin despedirse. Se pone los cascos y camina hacia el instituto.

Camina tranquila, hermosa. Pelo castaño y liso, le llega a la mitad de la espalda, ojos grandes y oscuros, mirada profunda, casi como si hablase por si misma, sonrisa natural, preciosa, cautivadora. Mira al cielo, el sol ha dejado de brillar y en su lugar lucen nubes de un color grisáceo. Sonríe ligeramente satisfecha por su deducción. Empiezan a caer gotas, al principio finas y ligeras que acaban convirtiéndose en una tormenta. Corre hacia la puerta del instituto que ya se ve a lo lejos. Sube corriendo las escaleras que dan a la puerta principal. Entra en los pasillos corriendo. Resbala y está a punto de caerse, pero, alguien le agarra por detrás, unas manos le agarran por debajo de las axilas y hacen fuerza sosteniéndola y ayudándola a levantarse. María se pone de pie, en frente de ella un chico, alto, atlético. La mira sonriente mientras le agarra, esta vez por los antebrazos, con suavidad. Ella clava la mirada en la del muchacho, ojos verdes, vivos, alegres.

2 comentarios:

  1. Tiene muy buena pinta,Alba, engancha y está muy bien escrita. Iré leyendo el resto de la novela con calma. Enhorabuena y sigue escribiendo.

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  2. Gracias por tu opinión, la verdad es que me estoy enganchando a esto de escribir.

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