lunes, 17 de diciembre de 2012

Empecemos con un para siempre.

Capítulo 4:
Él sigue consolándola con caricias. Ella, después de haber llorado de continuo en los brazos de Àlex, sin ni siquiera darle una razón, levanta la cabeza. Respira hondo y se limpia las lágrimas. -Perdona...- Consigue articular palabra con dificultad y con voz temblorosa. -Eh... ¿Por qué me pides perdón?-  Susurra él mientras sostiene la cara dela chica entre sus manos para mirarle a los ojos. -Porque... No quería que tuvieses que aguantar esto...- Ella clava su mirada en él y habla una vez recompuesta del todo. -No importa María, pero... que sepas que estoy aquí para todo, ¿vale?- Él le dedica una media sonrisa que hace que, los labios de la chica, se curven ligeramente. -Gracias Àlex.- Ella vuelve le vuelve a abrazar, rodeando el torso del muchacho con sus brazos. Él le abraza también y rodea los hombros y el cuello de la chica. Le da un beso en la frente. -De nada.- Susurra dulcemente y se quedan así un tiempo. -María, me tengo que ir, lo siento.- Recorre la espalda de la muchacha con sus manos y se separa de ella. -Vale.- Ella pone sus manos sobre el pecho de Àlex y las deja resbalar por él mientras se separa. Ella se apoya en la verja. -¿A dónde tienes que ir?- Pregunta con la esperanza de que sea algo sin importancia y pueda quedarse con ella. No quiere que se vaya. -Voy a hacer la prueba para el equipo de fútbol de la zona.- Sonríe. -Ah, seguro que te cogen...- Le contesta con un tono triste, de decepción. - Si, espero...- La nota triste. -Luego me pasaré por aquí, si no te importa.- La mira. -Vale, está bien.- Ella sonríe un poco. -Adiós.- Él se despide y le de acaricia suavemente la mejilla, cosa que hace que ella sonría. -Adiós.- Àlex se gira y camina calle abajo.

Vuelve a enfrascarse en su música y así, prácticamente aislado del resto del mundo, sigue el camino que lleva al campo de fútbol. Observa a su alrededor, solo hay árboles, casas y tranquilidad, mucha tranquilidad, tanta que resulta irritante. Suena Forever Young, la versión de Alphaville. Él sonríe, esa canción le encanta, es una de sus preferidas se puede decir. "I want to be forever young. Do you really want to live forever?" canta el intérprete. "¿Está de broma? Claro que quiero vivir para siempre, claro que quiero ser joven eternamente." Piensa Àlex con esa media sonrisa, que le caracteriza tanto, en los labios. Tanto reflexionar sobre la letra de la canción y otros temas que le iban viniendo a la cabeza, había llegado al campo de fútbol. Atraviesa la valla  de entrada, entra en un edificio, camina por un largo pasillo hasta que encuentra un cartel. "VESTUARIOS". Entra y mira el vestuario, pared cubierta de baldosas blancas, bancos de madera y perchas a lo largo de la pared, al fondo, las duchas, espejos... "Un vestuario normal y corriente." Piensa él mientras posa su bolsa sobre uno de los bancos. La abre y saca la ropa y las botas de fútbol. Se cambia y guarda la ropa de calle en la bolsa. Se coloca las espinilleras y se sube las medias. Coge la botella de bebida isotónica y sale al campo. Allí se encuentra con un grupo de muchachos, todos de su edad o un año menores, más o menos. Junto a ellos, un tipo realmente grande, alto, muy alto y de espaldas anchas. Un hombre entrado en años. Cuarenta y largos, cincuenta, intuye Àlex. Todos se giran cuando perciben su llegada. El hombre le mira y da un paso hacia delante. -Tu eres el nuevo, ¿no?- Él mira al tipo un poco cortado. -Si, soy Àlex.- Los demás chicos le miran de arriba abajo, inspeccionando hasta la última arruga de su camiseta. Susurran entre ellos. Les dedica una mirada un tanto desafiante y se callan. -Bien, te haré unas cuantas pruebas a ver donde te podemos colocar...- El comentario del entrenador ofende un poco a Àlex "Ni que fuera un mueble, para colocarme en ningún sitio" Piensa mientras asiente con la cabeza. -Está bien- El entrenador hace un gesto al resto de los jugadores para que se pongan a calentar. -Antes de nada, tengo que tomarte los datos, rellena esto.- Le da una hoja de inscripción, le pide el nombre, los apellidos, la fecha de nacimiento, DNI, número de la seguridad social, dirección, teléfono, información básica a fin de cuentas. Rellena el impreso y se lo devuelve al entrenador. -Está bien, calienta un poco y empezamos.- Corre unas cuanta vueltas al campo, calienta las articulaciones y estira. El hombre toca el silbato y todos acuden corriendo de inmediato. Se dirige a Àlex. -Por cierto, me llamo Marc.- El muchacho asiente. Esta vez se dirige al grupo entero. Da explicaciones del ejercicio que van a realizar a continuación. Resumiendo, unos cuantos regates hasta medio campo y sprintar hasta línea de fondo. Se colocan en dos filas, cada una de ellas en el extremo contrario del campo. Comienzan a hacer el ejercicio. Hacen planchas, abdominales, lumbares, ejercicios de tiro y defensa. Queda un cuarto de hora para el final del entrenamiento. Los dividen en dos grupos, a uno de ellos se les da unos dorsales para diferenciarse del otro. El entrenador se le acerca. -Ahora, te quiero ver en acción.- Le sonríe y se coloca en el banquillo a observarle. Empieza el juego. El balón va de un lado a otro es tocado por varios jugadores, hay pases, regates, pérdidas de balón. Por fin le llega el balón, regatea a dos jugadores, da un pase a unos de sus compañeros a el que le llega la defensa rápidamente y se queda sin posibilidad de tirar, el resto de sus compañeros están marcados por otros jugadores, sprinta en diagonal hacia la portería. Recibe el pase de su compañero. Controla el balón con el pecho, lo coloca. Chuta con fuerza hacia portería. El portero se tira a por el balón pero a apenas llega a tocarlo con la punta de los dedos. El balón entra en la portería y pega contra la red. El entrenador se levanta y le aplaude. Toca el silbato. Los jugadores acuden corriendo, fatigados, liberando adrenalina, el sudor recorre la frente de muchos. -Chicos, darle la bienvenida a un nuevo miembro del equipo...- Señala a Àlex y vuelve a aplaudir, los demás lo hacen a coro. Él curva en su boca una pequeña sonrisa de satisfacción. Se echa hacia delante apoyando las manos en sus rodillas a modo de soporte, respira hondo intentando recomponerse. -Podéis iros a la ducha.- El entrenador camina hacia la salida del campo. El chico sigue con la misma postura, inspirando y expirando lentamente. Sus nuevos compañeros pasan por detrás de él, camino de los vestuarios y le dan una palmada en la espalda. El último de ellos se para junto a él. -Eh, ¿estás bien?- Àlex se incorpora despacio y mira a su compañero. Le pone una mano en el hombro. -Si, tranquilo...- Sonríe ligeramente y sigue fatigado, bastante si te paras a pensar que hace ya un tiempo que ha finalizado el entrenamiento. -¿Seguro?- El chico insiste y saca un inhalador de su chaqueta. Se lo ofrece. Le mira y niega con la cabeza. -Te ayudará, hazme caso.- Accede y coge el inhalador. Le quita la tapa y se lo lleva a la boca. Inspira hondo por la boca. Lo tapa y se lo devuelve a su compañero. -¿Mejor?- Le da una palmada en el hombro. -Si, muchas gracias.- Vuelve a sonreír. -Deberías ir a que te lo miren, a lo mejor eres asmático.- Àlex le mira y medita un instante antes de contestar. -No creo que sea nada, pero, lo haré...- Dice, no muy convencido.


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